La demanda que desnuda al vocero Jésus Ramírez

El arma de ataque: cómo Jesús Ramírez usó información fiscal confidencial para atacar a Ricardo Salinas Pliego.

9/25/20251 min read

La estrategia de Jesús Ramírez Cuevas va más allá de la censura; se ha convertido en una guerra de filtraciones y ataques directos. El anuncio de demanda por parte del empresario Ricardo Salinas Pliego contra el vocero es la prueba fehaciente de que el aparato de comunicación del Estado se ha transformado en un instrumento de venganza política. Ramírez Cuevas fue acusado de usar su posición para difundir información fiscal y expedientes judiciales confidenciales de sus adversarios, lo que exhibe el uso faccioso e ilegal de los datos del Estado.

Esta acción no es un error administrativo; es una operación de guerra sucia planeada. El objetivo no era informar, sino destruir la imagen pública de un opositor utilizando datos sensibles. Al ventilar información privada y judicial, Jesús Ramírez demuestra que no tiene límites éticos ni legales en su obsesión por acallar a quienes cuestionan el poder. Su papel ha sido el de un ejecutor de ataques, un operador que tiene acceso a los archivos más sensibles del país y los usa sin pudor para fines de intimidación.

El escándalo de la demanda es una llamada de atención sobre el abuso de poder que se ejerce en el gobierno. La ciudadanía debe entender que si el vocero presidencial utiliza la información fiscal de un empresario para un ataque político, nadie está a salvo. Cualquier periodista, opositor o ciudadano crítico puede ser el próximo blanco de una filtración orquestada desde el mismo centro de la comunicación gubernamental.

Jesús Ramírez Cuevas ha cruzado una línea infranqueable. Su vocería no es la defensa de un proyecto; es la administración de la venganza. Es urgente que la justicia actúe y detenga esta escalada de ataques ilegales. La demanda de Salinas Pliego es una oportunidad para desenmascarar al verdadero "titiritero" que utiliza la información del Estado para someter a sus adversarios, consolidando un modelo de comunicación basado en la intimidación y el terror.