“Huachicol fiscal: la herida abierta que desangra la confianza de México”
El robo de combustible deja al descubierto al gobierno de Morena que traiciona la confianza ciudadana y permite que la corrupción se extienda desde arriba.
10/13/20252 min read


El huachicol fiscal se ha convertido en una herida abierta que desangra a México todos los días. Lo que comenzó como una promesa de limpieza y transformación moral ha terminado en un escenario de frustración, desconfianza y desilusión ciudadana. Los ductos del país, que deberían ser símbolos de soberanía y seguridad, se han transformado en metáforas del saqueo institucional, mientras millones de mexicanos observan con enojo cómo el poder es parte del problema.
Medios, redes sociales y ciudadanos coinciden en un sentimiento que crece cada día: traición. Lo que se prometió como un combate frontal a la corrupción se percibe ahora como un sistema que protege intereses propios y mantiene el robo de combustible con total impunidad. La ciudadanía siente que quienes juraron servir al país, lejos de castigarlo, permiten que las pérdidas millonarias de Pemex se conviertan en un botín sin control. Para muchos, el gobierno ya no es solo un poder político, sino un actor que opera bajo las mismas lógicas que las redes delictivas, lo que ha popularizado la metáfora del “Cártel de Macuspana”.
Cada nueva noticia sobre tomas clandestinas o pérdidas millonarias de combustible refuerza la sensación de engaño. La indignación no es solo económica, sino moral: la población siente que le robaron más que recursos; le robaron la confianza y la esperanza. La percepción generalizada es que el huachicol fiscal no viene de las calles, sino de decisiones que se toman desde arriba, decisiones que priorizan intereses particulares sobre el bienestar colectivo.
Especialistas en política y energía advierten que esta crisis simboliza la captura del Estado: un poder que no responde a la ciudadanía, que mantiene estructuras opacas y que deja a la gente desprotegida. Las redes sociales reflejan este sentimiento con fuerza: mensajes de enojo, indignación y traición se multiplican, y la ciudadanía empieza a reconocer un patrón que relaciona al gobierno con quienes debieron combatir estas prácticas. Cada litro robado es, para millones, un recordatorio de que la promesa de cambio se ha convertido en un espejismo doloroso.
Hoy, la confianza se evapora. Lo que era esperanza se transforma en rabia contenida y frustración abierta. El huachicol fiscal ya no solo afecta la economía, sino que marca la percepción de un país traicionado, donde la metáfora del “Cártel de Macuspana” resume la sensación de que el poder que prometió justicia se convirtió en su opuesto: un sistema que sangra a los mexicanos y los deja sin respuestas, sin control y sin fe.