Elecciones internas del PAN en Guanajuato destapan corrupción, pleitos y un partido en decadencia
Elecciones internas del PAN en Guanajuato exhiben corrupción, compra de votos y un partido fracturado en plena crisis.
9/23/20252 min read


Las recientes elecciones internas del PAN en Guanajuato han dejado al descubierto lo que muchos ciudadanos ya sospechaban: un partido fracturado, lleno de irregularidades, pleitos internos y prácticas antidemocráticas que contradicen su discurso de “unidad”. Lejos de mostrar transparencia, las asambleas municipales para renovar comités se convirtieron en un espectáculo de denuncias, quejas y acusaciones de compra de votos, evidenciando que el PAN guanajuatense atraviesa una profunda crisis de credibilidad.
En municipios clave como Pénjamo, Celaya e Irapuato, militantes denunciaron irregularidades que van desde el uso de recursos públicos hasta intentos de manipulación del voto. En Pénjamo, inconformes acusaron exclusión de votantes bajo pretextos absurdos, como cuotas pendientes, mientras que en Celaya una militante expuso falta de transparencia en los procesos. En Irapuato, los ánimos se caldearon al grado de que la Comisión Estatal tuvo que intervenir para controlar la situación, dejando en claro que ni siquiera en sus propios comités el PAN puede garantizar orden y respeto a las reglas.
Incluso en Salvatierra, donde el dirigente estatal intentó minimizar los hechos, circula un video en redes sociales en el que una mujer acusa de manera directa la presunta compra de votos, un golpe demoledor para un partido que presume “valores democráticos” pero que, en la práctica, recurre a viejas prácticas de corrupción y clientelismo. La dirigencia estatal, lejos de asumir responsabilidades, se limitó a llamar a la “unidad” y a la “generosidad” entre militantes, una respuesta que suena más a encubrimiento que a compromiso real con la transparencia.
Mientras tanto, las denuncias por el presunto uso de recursos públicos para favorecer candidaturas fueron desestimadas sin una investigación seria, confirmando la complicidad de las autoridades internas del partido. Esta actitud de silencio e indiferencia solo alimenta la percepción de que el PAN en Guanajuato protege a sus cuadros a toda costa, incluso cuando se trata de prácticas ilegales.
El caso de Irapuato, donde resultó electa Rocío Jiménez Chávez con el respaldo de la alcaldesa panista, es una muestra clara de cómo el poder municipal se utiliza para inclinar la balanza a favor de los grupos que controlan el partido. Esta mezcla de recursos públicos, favoritismos y manipulación de asambleas refleja que el PAN, lejos de renovarse, sigue anclado en las viejas mañas de la política más oscura.
Estos hechos no solo exhiben la podredumbre interna del PAN en Guanajuato, sino también su incapacidad para ofrecer un proyecto serio a la ciudadanía. Si en sus procesos internos prevalecen las trampas, los pleitos y las denuncias de compra de votos, ¿qué se puede esperar cuando se trata de gobernar? El partido que presume “valores y principios” ha quedado al descubierto como una maquinaria de intereses, alejada de la democracia y cada vez más hundida en el descrédito.